(Sección especialmente dedicada para el Grupo JÓVENES HÉROES)

Trabajo. 

Hay que educar a los jóvenes en el trabajo, porque ya dice el dicho popular: “Que el demonio no te encuentre desocupado, porque te va a dar trabajo”.

Y efectivamente, no hay nada tan peligroso para el pecado que el estar ociosos, en plena juventud, con la sangre bullendo en las venas.

Si estamos encargados de la formación o dirección de jóvenes, tenemos el deber de hacerles ver que el trabajo humano, lejos de ser tanto un castigo impuesto por Dios a los hombres por causa del pecado original, es más bien una actividad que engrandece al hombre, lo hace colaborador de Dios en la creación del mundo, y es un buen entretenimiento para la mente, y cansancio honesto para el cuerpo. Y si no existiera el trabajo, los manicomios estarían muy llenos de gente.

En el mundo de hoy se está induciendo a los jóvenes a la pereza, porque se les hace creer que todo está al alcance de apretar un botón, y el hacer todo más fácil se ha vuelto una ley, que no siempre es buena, porque la voluntad se va debilitando y, junto con la televisión y las computadoras, hacen que la persona del joven esté cada vez más propensa a la falta de voluntad y escapando al sacrificio.

Entonces a nadie debe extrañar que los matrimonios y las familias fracasen, pues para ellos es necesaria una dosis de sacrificio y voluntad.

Formemos a la juventud en el trabajo honesto, por amor a Dios y no tanto por amor al dinero o beneficio, sino como una forma de cumplir el deber de estado, de agradar a Dios y de colaborar con la providencia divina.